Capítulo 8

Consejería anfibia

De la política y la amistad

 

Pese a ser la más joven candidata a la asamblea del bosque —no sólo durante estas elecciones, también en la historia de las elecciones en general— Indira, la nutria, nos recibe con una tranquilidad propia de experiencias más largas y carreras más sólidas. Algo en su porte indica no la certeza de la victoria, que no duda en cuestionar siempre que alguien pretende insinuársela (nosotros lo hicimos en más de una ocasión a lo largo de esta entrevista), sino más bien una comprensión honda de que la derrota no es ninguna tragedia. “Hemos hecho una campaña cercana, libre”, dice cuando la conversación se acerca a estos temas, “una campaña donde hemos hablado siempre de nuestra virtud y buscado junto a los demás animales los temas esenciales para el bosque. Sólo con esto ya somos merecedores de nuestro orgullo”.

 

Durante el pasado mes hemos podido comprobar, de primera ala, ese orgullo al que se refiere, y esa cercanía con los animales a la que nombra principal insumo de su campaña y sus propuestas. Para una nutria era evidente la cercanía de los animales de tierra y los del río, con un amplio apoyo de los mamíferos; sin embargo, Indira centró gran parte de sus conversaciones y su agenda en reunirse con insectos, aves, y reptiles. Esto, que los analistas no demoraron en señalar como un error táctico en la identificación de su electorado, ha dado muestras, con el tiempo, de ser un inspirado acierto. Prueba de su efectividad es, por supuesto, esta entrevista. La campaña de Indira ha resonado con tanta fuerza en nuestra comunidad que no podíamos dejar de tomar personal interés en quién es el corazón detrás de la candidata, de qué están hechos sus aciertos, cómo lidiará con la presión electoral y, finalmente, cuáles cree que son, a futuro, las mayores esperanzas del bosque.

 

 

Hablamos de todo esto, mientras recorríamos senderos, sobrevolábamos praderas o entrábamos en cuevas profundas. Al final, la presencia de ánimo de la candidata, su claridad, su capacidad de proyectarse al futuro, terminaron convenciéndonos de que, gane o pierda el escaño, será una de las más influyentes animales de la presente década. Lo que dijo, lo que opinó, lo que pudimos conocer a fondo, recuerden, esto es Volando Alto, y nosotros lo trinamos primero.

 

Volando Alto: Desde el comienzo de su campaña los principales analistas comentaron que debería haber centrado sus esfuerzos en los mamíferos anfibios, que eran, por cercanía, su núcleo de votantes.

 

Indira: Pero no hicimos eso.

 

V.A: Exacto, ¿podemos saber a qué se debió esa decisión?

 

Indira: A mis amigos (ríe). Verán, esto es algo muy sencillo de explicar y que viene de muy atrás, desde los tiempos en que estaba en el colegio, desde la tarde en que para el aniversario tres mil del gran cañón del sur nos convocaron a pintar la piedra. He estado rodeada, siempre, de animales diversos, no sólo mamíferos anfibios, no. También aves, insectos, reptiles. Fui al colegio con la joven Agustina, ya desde entonces le encantaba el cine; fui al colegio con Margarita, de la pradera de las margaritas, fui al colegio con camaleones, con osos, con gorriones. Mi mundo ha estado siempre acompañado con sus miradas, he sido también sus ojos, ¿cómo iba a alejarme de eso? No podía hacerlo, ellos están en mí. Soy candidata junto a ellos.

 

V.A: Pero debe ser difícil, no basta con querer conectar, hacerlo requiere una serie de conversaciones y cualidades específicas, ¿qué fue lo más difícil que encontró cuando llegó a hablar con animales tan diferentes?, ¿cómo conectó con ellos?

 

Indira: Entiendo la dificultad que mencionas, ¿de qué habla uno, cuya vida ha transcurrido a ras del piso, con una golondrina? Bueno, aquí, de nuevo, la respuesta tiene que pasar por mis amigos. Toda amistad no es otra cosa que una larga conversación, y cuando se cultiva con tiempo y apertura uno termina aprendiendo muchísimo de aquellas vidas que el azar o la voluntad eligieron para acompañar nuestro camino. Sí, mi experiencia vital tiene limitaciones, sería ingenuo que hablara de la sensación de volar, por ejemplo, porque en el fondo sería una mentira. Yo, por mucho que lo quisiera, no puedo volar, no soy Alí (ríe). Soy una nutria. Pero tengo amigas aves, y ellas me han contado lo que se siente volar, y escuchando me doy cuenta de que se parece, se asemeja, a la sensación que tengo al nadar en invierno, cuando el río está crecido. Entonces al final resulta que hay algo que puedo comprender, que mi narrativa vital tiene un equivalente en sus narrativas, y desde allí podemos construir una narrativa común, una conversación. Con las amigas es más fácil, claro, pero pasa lo mismo con animales a los que nunca he visto. Siempre les pregunto por su historia, para encontrar dónde hay puntos que se correspondan con la mía, para ver en dónde somos semejantes.

 

 

V.A: Y desde allí saber qué temas pueden interesarles…

 

Indira: Sí, pero no es lo esencial. Lo principal es crear confianza. No todos los temas que interesan a todos los animales pueden hacer parte de mi proyecto de campaña. Tengo, como todos los demás candidatos, una agenda donde hay temas prioritarios y sería ingenuo y falso decir que puedo abarcar todos los temas que han aparecido en mis conversaciones con los demás animales. Se los he dicho, cuando ocurre, cuando la preocupación que alguien me expresa está muy lejos de mi zona de trabajo, les he recomendado incluso el candidato que creo puede tener ese tema como central en su agenda…

 

V.A: Y por cosas así se murmura poniendo en duda su deseo de ganar.

 

Indira: (Riendo) ¡Pero claro que quiero ganar! Todos queremos ganar, pero creo que hay cosas más importantes. Me parece más importante, por ejemplo, que el interés de los animales del bosque no se quede sólo en la elección de su representante a la asamblea, sino que sea un interés dispuesto a seguir participando, revisando los procesos, proponiendo lecturas, problemas y posibles soluciones. Ese es mi verdadero sueño, si eso se hace realidad ganamos todos mucho más de lo que cualquiera ganaría por su cuenta. ¡Pero obvio quiero ganar!

 

V.A: Nos estabas hablando de la confianza…

 

 

Indira: ¡Sí! Decía que busco esos puntos comunes no para crear propuestas desde allí sino para construir confianza. La confianza es importantísima, en todas las relaciones. En la familia, en el trabajo, con los amigos. También en las relaciones entre todos los animales debería ser primordial. En el fondo por eso busco puntos en común, historias similares, experiencias que podamos compartir. Porque desde allí puedo hablar con cercanía, porque desde allí puedo hablar sin barreras, y al hacerlo cambia la relación. Ya no somos dos animales desconocidos los que conversan, ya somos dos animales que comparten algo, y entonces podemos confiar el uno en el otro. Desde ahí puedo plantearle al otro mis propuestas, contarlas, recomendarle quien puede estar más cerca de sus preocupaciones que yo o pedir ayuda para que me enseñe cómo conectar con su visión del bosque a mi visión del bosque. Ya desde ahí, desde una conversación que construye confianza, estamos ganando todos. Ya sé que ese animal, vote o no vote por mí, sabrá que en mí encuentra alguien dispuesto a escuchar, que en el fondo es el papel de la asamblea, escuchar muy bien para poder hablar desde lo que oímos y poder soñar cómo hacer del bosque, diariamente, un mejor hogar para todos.

 

V.A: Ha mencionado ya en dos ocasiones la importancia de sus amigos en todo este proceso de campaña, de ser elegida, ¿los llevará a las sesiones de la asamblea?

 

Indira: ¡Nooooo! Claro que no (ríe), y no hace falta. Ellos estarán conmigo, por supuesto, y seguirán enseñándome como siempre lo han hecho. No hace falta que estén en la asamblea; muchos, de hecho, no hacen parte de mi equipo de campaña. Lo importante no es eso, sino la certeza de que si alguna vez necesito un consejo van a estar ahí para conversarlo, que si alguna vez necesito apoyo puedo contar con ellos. En la tierra, en el agua, en el aire, ahí estarán mis amigos para guiarme, eso sí.

 

V.A: Como una especie de consejería anfibia.

 

Indira: Sí, eso somos, una consejería anfibia. No podría haberlo dicho mejor.